Si la cabeza del fémur se ve comprometida con el suministro de sangre y es privada de nutrientes, el tejido del hueso se destruye y muere. Esto se conoce como necrosis avascular de la cadera.

La falta de irrigación sanguínea puede ocurrir a partir de un evento traumático, por ejemplo una fractura o una luxación, o bien, por condiciones médicas crónicas como, la diabetes, el uso prolongado de esteroides, y de sustancias tóxicas (como el tabaco o el alcohol). La falta de irrigación sanguínea causa la muerte de las células de los huesos de la cabeza femoral y eventualmente, puede resultar en una fractura con el consecuente colapso del hueso.

El diagnóstico temprano de una necrosis avascular (en la que no hay colapso de la cabeza femoral) se puede tratar por medio de la artroscopia. Sin embargo, en los casos graves, el tratamiento definitivo llega ser una cirugía de reemplazo articular. Por ello es necesario un buen diagnóstico médico y realizar una valoración para cada caso en particular.

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